jueves, noviembre 01, 2007

Anecdotas

M. Deschamps relata que, de niño en Orleans (Francia), un huésped de la familia llamado M. de Fortgibu le ofreció un trozo de pudding de ciruelas. Años más tarde, M. Deschamps ya mozo, pidió pudding de ciruelas en un restaurante de París. El camarero le dijo que la última ración acababa de servírsela a un señor, señor al que señaló discretamente y que no era otro que M. de Fortgibu. Muchos años después, en una cena donde a M. Deschamps se le ofreció pudding de ciruelas, aprovechó éste la oportunidad para narrar sus experiencias con relación a dicho manjar y el Sr. de Fortgibu. Acabado el relato, y mientras deglutía su pudding de ciruelas, Deschamps manifestó que lo único que faltaba era la presencia del señor de Fortgibu. En ese momento la puerta se abrió y apareció M. de Fortgibu, ahora un anciano desorientado, quien se excusó alegando que se había equivocado de puerta.

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