domingo, noviembre 18, 2007

Desde que comencé el viaje voy mirando el camino viendo los árboles pasar a toda velocidad. Así no siento ni veo cómo caen las hojas porque estamos en otoño. Quedan tan solo 4 horas para llegar a mi destino. El indicador de gasolina se ilumina y la señal de tráfico me indica que no hay más gasolineras que la siguiente o sino ya en 100 kilómetros. Indico que voy a salir y paro el coche para repostar en la gasolinera. Voy tranquila, aunque las 4 llamadas perdidas en el móvil me llamen para ver qué tal estoy, que si me encuentro mal que pare a descansar; pero lo mejor será que continúe hasta el final. Dejo el coche repostando mientras me tomo un café rápido en la cafetería.

Uno con leche y dos de azúcar en vaso de cristal. La camarera parece que no escucha pero obedece las órdenes que va recibiendo y va llenando la máquina de café a tandas. Me trae uno solo en taza... se ha confundido porque al del al lado le ha dado el mío. Nos los intercambiamos con unas sonrisas para aligerar la confusión.

No se puede pedir mucho de estos sitios, eh?- me dijo en tono bajito como para que no le oyeran.
No... aunque los vi peores.- le contesté.
A dónde te diriges- espetó
Yo no quería decir mucho más y le di largas sobre los kilómetros que aún me faltaban para llegar. Me dijo que se llama Asier. Nos despedimos con una sonrisa y un adiós con la mano deseándonos suerte en nuestros viajes.

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