jueves, octubre 11, 2007


Y al niño de la luna le hice un hueco en mi almohada, aun con manchas de adn de otro, y se quedó a dormir. No le eché en mitad de la noche, ni le dije que fuera a ver amanecer a otro lado. Le abracé, me abrazó, me besó y soñamos con un mundo mejor para mañana.
Al día siguiente hubo un amanecer violeta, los autobuses eran azules, hacía viento en Madrid y el tiempo marchaba del revés, comenzó siendo de noche y terminó siendo de día. Sonreímos por no llorar y nos besamos para no decir adiós.
Nos despedimos diciendonos hola y que qué tal si íbamos al cine ayer...



1 comentario:

Unknown dijo...

bien! ( o.. mal! que leyendo el post no se muy bien lo que tengo que decir)