domingo, enero 07, 2007

Viajar

Después de 28 años y 27 días de vida en los que he tenido algunos ratos de instrospección sobre mí mismo, claro de quién sino, sé que la voluntad y el tesón no son características destacables de mi personalidad. Ésto se lo dije a Nico cuando me animó a crear el blog hace un par de meses. Este verano escribí mis dos primeros días de vacaciones, luego entre una mezcla de tesón y falta de tiempo real no pude continuarlo. Esto es lo que salió.

¿Te he contado alguna vez que me encantan los aeropuertos? Me parece un lugar fascinante. Es tan grande, con tanta gente.... y todo el mundo está en eses lugar con el mismo fin: o va a buscar a alguien, o va a coger un avión, o viene de él... Son tantas las emociones que se juntan, las nacionalidades, las culturas, la gente que me parece uno de los lugares más románticos del planeta. Hoy vi una de esas parejas que se despiden por un tiempo. No sé si sería por mucho o poco pero todo eran besos, abrazos y la mirada de "te echaré de menos". Me acuerdo cuando yo iba al aeropuerto a despedir o a buscar a Daniele. Quién me mandaría a mí tener una relación con 3 países por medio.

Mientras facturaba vi a alguein conocido que iba a ir en mi mismo vuelo. La alegría con la que yo la saludé ya que veía que iba a poder hablar con alguien en las primeras 8 horas de vuelo. La alegría no fue recíproca ya que ella iba rodeada de un séquito familiar, así que me busqué nuevo amigos para el viaje: una psicóloga especialista en autismo con la que no comparto mucha visión de la psicología y una americana despechada de los hombres españoles. Es curioso, sé los planes que tienen para hacer en Estados Unidos una y en Canadá la otra, qué harán cuando vuelvan, de donde son y tras casi tres horas de vuelo no sé sus nombres. Las turbulencias comienzan a notarse... Quién no ha escuchado eso de que en la cola del avión se notan mucho más. Mi asiento es el 46D, no hay más filas detrás. Viaje divertido.

Estoy de camino pero ya tengo los primeros contactos con el mundo americano y no es otra cosa que una salsa hipercalórica con la que aderezar una especie de ensalada que debe de llevar como componente especial kriptonita. Estoy casi segura de que apartir de este momento tengo asegurada la visión nocturna o algún hecho insólito más propio de los comics que leía mi hermano de pequeño. (...)

El segundo avión que cojo en unas horas va con destino Los Ángeles. Este avión es mucho más cutre. Setentero. Los azafatos están literalmente sacados de residencias geriátricas. Tengo sed pero me aguantaré porque no veo a ese hombre encorvado capaz de traer un vaso lleno de agua desde el grifo hasta mi asiento. Soy la única española en el avión. Estoy en el medio de un asiento de tres entre una niña de unos 10 años que no para de comer golosinas y guarradas y un jovencito interesante de unos 35 con el que he tenido la apasionante conversación de: ¿me dejas salir? y le di aproximadamente unos 50 gracias por los múltiples ofrecimientos de caramelos, de quitarme el aire acondicionado, la luz, mantas... En este momento son las 15h de la tarde en california y más o menos medianoche en España. Mi cuerpo comienza a tener sueño por agotamiento pero la luz del sol me deslumbra y me desconcierta. El jovencito interesante me ofrece un café solo. No sé cómo se llama pero le pega Eric.

Eric resultó ser un inglés que iba a LA por trabajo. Su trabajo era extraño, se dedicaba a la competención de bicicross o algo así. No era ciclinos sino algo más parecido al skate con bicicleta. Tiene las manos llenas de pequeñas heriditas profundas, con lo que no sé hasta qué punto es bueno. Era del suroeste de inglaterra, nos reimos mucho hablando del Rey Arturo, William Wallace, Lady Ginebra, Ratzinger y Bush... Nos despedimos con dos besos y nos deseamos mucha suerte en la vida. (...)

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy bien, muy bien, muy bien